Un ejemplo de esfuerzo, valores, perseverancia y lealtad son Antonio Domingo Hernández Castillo y su esposa Angélica Pérez, que desde hace 25 años trabajan en los mercados de la Unión de Tianguis y Comerciantes Ambulantes del Estado de Quintana Roo.
Antonio es administrador de empresas turísticas, donde laboró durante 35 años y hace dos años se jubiló, ya que concluyó su ciclo y ahora trabaja de tiempo completo con su esposa en la venta de ropa. Y es que dice que esto lo hace para estar ocupado y ser ejemplo para sus hijas.
“Ya terminé mi ciclo en donde trabajaba, a lo que me dedicaba y me apasionaba mucho, pero este es otro ciclo y hay que mantenerse ocupado, por salud y ejemplo para los hijos”, afirmó.
La pareja trabaja cinco días a la semana en diferentes tianguis y aunque a veces es un poco cansado, se niega a estar inactivo, por lo que a sus 62 años sigue y seguirá hasta que sus fuerzas se lo permitan.
Esto lo hace también, porque quiere que en su vejez no dependa económicamente de otras personas y saben que dejarán de laborar cuando ya no puedan para luego viajar, pero por lo pronto disfrutan su trabajo.
“Lo que pasa es que nosotros siempre nos hemos preocupado por el porvenir, por tener un patrimonio, porque hemos visto tantas personas que ya están grandes y andan padeciendo, trabajando ya a los 70 u 80 años, pero qué bueno y a veces no tienen fuerzas y trabajamos para tener una vejez tranquila”, dijo.
Antonio, aunque tenía su trabajo en la hotelería, se daba tiempo para ir a apoyar a su esposa.
El trabajar en el tianguis les ha permitido salir adelante y ha sido la escuela para sus hijas, a las que les enseñaron que todo requiere de esfuerzo, compromiso, respeto y alegría.
Ahora sus hijas ya son adultas, una es ingeniera y otra administradora de empresas, pero desde pequeñas ellas iban a los tianguis y vendían.
“Cuando nosotros empezamos en la ruta 7, nuestras dos hijas, eran bebés y estaban debajo de la mesa jugando, cuando entraron a la secundaria y a la preparatoria vendían ganchos, bazar y las poníamos a vender más que nada, no tanto porque aportaran, sino por formación y ahora tienen ese hábito y son disciplinadas”, recordó.
Esta pareja llegó a Cancún en 1988 en busca de oportunidades ya que deseaban salir adelante y dejar atrás la escases y la pobreza que padecieron en su natal Puebla.
Agradecen poder trabajar, estar sanos y que se tengan los tianguis, ya que genera empleos, une a las familias y es una escuela para los jóvenes.
“Sino fuera por los tianguis, cuánta persona estaría desempleada y el tianguis contribuye al buen tejido social, porque un joven que tiene ingreso, no va a ir a ningún otro lado o no tendrá la tentación de ir a otro lado y es tan noble que puedes amanecer sin un peso y agarras tus cosas y al rato tienes dinero”, comentó.