Por Susana Pérez
Originaria de Cunduacán, Tabasco, mujer que siempre trabajó y que tiene amor por la vida, su familia y la cocina, así es doña Francisca López Aguilar de 75 años.
Mujer menudita, con arrugas en su rostro, pequeñas manos curtidas por el trabajo, así como una cabellera plateada por los años, es lo que caracterizan a doña “Panchita” como la conocen sus vecinos.
Una mujer que, pese a haber tenido una vida difícil, no se rinde y considera que el trabajo es la mejor terapia.
“Y que más bonito es trabajar, porque si te aferras a las enfermedades, ahí te quedas hasta que ya te vence la enfermedad y hay que seguir adelante”, afirmó.
Pese a que es diabética e hipertensa, no se deja vencer por ello y ese consejo les da a sus hermanos.
Señala que ha pasado bajas y mucho sufrimiento.
Se casó a los 14 años y de ese matrimonio tuvo ocho hijos, pero sólo le sobreviven seis.
Sin embargo, su esposo la abandonó a los 20 años de casada y nunca le apoyo para mantener a sus hijos.
“Pasamos bajas, días que teníamos para comer y hay días que no comíamos nada, todo eso lo viví con mis hijos cuando estaban chicos”, recordó.
Desde entonces comenzó a trabajar en cocinas económicas o en casas, pero eso implicaba dejar solos a sus hijos, ya que vivía en rancherías y los dejaba solos.
“Así fue como yo saqué adelante a mis hijos, como pude, como Dios me dio a entender, el papá de ellos nunca me apoyó para la pensión y nunca me ayudó con mis hijos”, externó.
Pese a todas las dificultades hace 30 años llegó a Cancún y logró comprar un predio al entonces Infovir, el cual ya es suyo
Ahora vive con su hija y no le teme al trabajo y ha sido “cerillito” y ahora vende antojitos.
Pese a todos sus sufrimientos dice ser feliz y disfruta cocinar.
“A mi me gusta cocinar horneado, mole, picadillo y frijoles, arroz, pollo pibil y todas esas comidas, los tamales y la pancita”, comentó.
Es feliz con su gran familia conformada por sus hijos, sus 19 nietos y 17 bisnietos, así como por sus hermanos y tíos